Los errores más comunes del opositor

Como ya sabemos la oposición es una carrera de fondo en la que es fácil cometer errores, errores que nos pueden salir caros y que hay que tener muy presentes. Cuantos más factores seamos capaces de controlar más posibilidades de éxito tendremos. Habrá cuestiones que escapan de nuestro control, como un adelanto de fechas, un cambio de temario o de modelo de examen, pero en todo aquello que podamos actuar debemos hacerlo.

Elegir un método de estudio inadecuado. Cada oposición es un mundo y no va ser lo mismo preparar un examen de test que una exposición oral. La forma de prepararse debe ser diferente en cada caso. Aquí vimos cómo abordar un test  y en este enlace conocíamos la técnica de la verbalización. Si nuestras técnicas de estudio se adaptan a lo que nos van a exigir ahorraremos tiempo y esfuerzo.

No respetar tus ritmos. Cada persona también es un mundo, y mientras unos estudian mejor por la mañana otros son animales nocturnos. Debemos saber eso y elegir el momento en el que seamos más productivos. Perder tres horas una tarde no sirve de nada si no estamos concentrados, en cambio puede que una hora por la mañana sea más que suficiente. No se trata de estudiar por estudiar sino de elegir el mejor momento.

Jugar a las probabilidades. Es algo muy típico del opositor: Son 80 preguntas, tengo 30 temas, de estos 30, 7 suponen el 35% del temario así que tengo que responder mínimo 33 y me puedo dejar 23 en blanco y fallar 15 y todo elevado a la enésima potencia… Olvidémonos de todo eso. No hay ciencia que nos asegure el  aprobado. En uno de los últimos post hablaba de la necesidad de aspirar al 10, si vamos sumando y contando perdemos de vista el objetivo principal, además de la concentración.

Dejar temas. Muy relacionado con el anterior. Como de los 30 temas estos tres casi ni salen me los dejo. ERROR  y grave. Siempre hay temas clave y otros que nos parecen “de relleno” pero la mente del tribunal es uno de los misterios del universo y quizá decidan incidir con cinco preguntas en un tema “maría”, precisamente para marcar la diferencia entre el aprobado raspado y la nota que nos asegura la plaza. Tengámoslo en cuenta.

Dar por sentado. Lo tenemos claro, va a ser un examen de test como los últimos diez años y seguro que el de informática es con ordenador. Cuando se concretan estos aspectos llegan las sorpresas y nos plantamos con un examen de desarrollo y otro de informática en papel.  Esto es solo un ejemplo, en una oposición no podemos dar nada por sentado. Si estudiamos siguiendo un método en función del tipo de examen deberemos tener presentes estas cuestiones para no hundirnos en la miseria ante cualquier incidencia.

Exceso de confianza. Siguiendo con lo anterior, no podemos bajar la guardia. Como la Constitución me la sé la repaso por encima y punto. Luego fallas todas las de constitución. Está bien confiar en nosotros mismos, en nuestros conocimientos y capacidades pero sin que ello acabe por afectar a la preparación de la prueba. También puede pasar que como tenemos muchos puntos de experiencia al examen ni caso. Actuando así nos podemos ver con todos nuestros puntos al final de la lista.

Relajarse en exceso. Relajarse en exceso no es por tanto bueno en ninguna circunstancia. El “queda mucho tiempo” es cierto, el tiempo puede ser una ventaja para afianzar bien lo que vamos estudiando, pero cuando va pasando ese mucho se convierte en “¿ya?”. Mejor que eso no nos pase. De igual modo un exceso de calma no favorece la concentración, tan necesaria en este proceso.

Dejarse llevar por los nervios. Vivir con el alma en vilo no nos va a servir de nada. Tan malo como un exceso de relax es un exceso de nervios. Son incluso más peligrosos para la concentración que la calma ya que no nos dejan hacer nada. Si es necesario deberemos aprender a relajarnos y buscar otras actividades para desconectar y que no nos pueda la presión. En el examen la tranquilidad es clave, aunque te lo juegas todo a una carta con una buena preparación podremos afrontarlo con serenidad.

No hacer exámenes. Otro de los grandes errores. El entrenamiento es básico, nos familiarizamos con el  modelo de examen y cuando nos enfrentamos a la prueba todo es más sencillo. Siempre pueden cambiar el modelo radicalmente cuando queda poco tiempo, aunque no es lo habitual.  Los exámenes además nos ayudan a comprobar nuestro nivel e incluso a mejorar la agilidad a la hora de calcular aciertos, errores y blancos (ya sé qué he dicho que dejemos de lado las probabilidades, pero no lo podemos evitar ¿verdad?).

Apurar hasta el último segundo. Si llevamos meses y meses de preparación no hay que agobiarse. Tomemos el día de antes de “vacaciones”, al menos la tarde y la noche. Estar en la puerta del aula con los apuntes en la mano solo sirve para acrecentar los nervios. Lo que no te sepas ya… Mejor descansar, dormir bien y acudir confiado y fresco como una rosa.

Ir a la aventura. No hay mucha gente que lo haga, pero todavía quedan opositores que se atreven a acudir al lugar del examen sin conocimiento previo, esto es, no saben bien donde está, la combinación de transporte público, el lugar de aparcamiento, la ubicación de las aulas o lo que se tarda en llegar. Perdamos un poco de tiempo y aseguremos el terreno.

Hacer el examen quiniela. Si hay una frase que se me quedó grabada en la academia fue la de RESPONDE LO QUE SEPAS. Las cuentas de la vieja y el 1X2 no suelen dar buenos resultados, mucho menos si los errores descuentan. Cuesta  resistirse a la tentación de contestar pero hay que contenerse, para eso viene muy bien haber practicado mucho.  Lo mismo si hablamos de desarrollar un tema, la improvisación para el teatro.

Olvidarse del reloj.  El reloj delante y controlando el tiempo. Lo primero es dar un repaso a todo el examen y contestar las que sepamos seguro, dejemos aquellas dudosas y que nos van a quitar más tiempo para el final.  De nuevo hay que resaltar aquí la importancia del entrenamiento previo.

No repasar. Conozco más de un caso en el que por no repasar no vieron que habían pasado mal las respuestas a la planilla o directamente no las habían pasado o se habían dejado una hoja entera sin contestar o simplemente no habían contestado bien por no leer las instrucciones. En ese examen va nuestro futuro, dedicar cinco minutos a repasar parece una buena inversión ¿no?

Pues hasta aquí el repaso a los errores más comunes del opositor, ahora ya no hay excusa para caer en ellos. Seguramente conocéis o habéis vivido en vuestras carnes estos y algunos otros ¿me lo contáis?

 

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