Duele no estar

Hace casi un mes que empecé a trabajar. Ya contaba con el poco tiempo que tendría libre para cosas como escribir un blog (y no digamos limpiar o poner lavadoras) pero con lo que no contaba es con ese nudo en el estómago que se crea el primer día que te vas de casa y dejas a tus hijos durmiendo en su cama.

Ese nudo no tiene porqué molestar en exceso. Es también fruto de los nervios por empezar una nueva etapa. Al principio es hasta agradable, salir, conocer a tus compañeros, hacer algo que te gusta, ver que tus hijos no lo llevan mal… Pero entonces pasa otra semana y el Mayor se pone enfermo y solo quiere estar contigo y tú te tienes que ir y él te mira con rencor. Y duele.

Después se pone malo el pequeño, que ya empieza a notar que tu ausencia no es cosa de una semana y no lo entiende y se pone triste (además de enfermo) y no quiere comer y no quiere jugar y no quiere hablar cuando le llamas por teléfono. Y duele.

Y ves que no llegas, que no hay tiempo para nada, que la cama se queda sin hacer, que el fregadero se ha vuelto a atascar, que si no te preocupas tú por la compra nadie lo hace y te enfadas y discutes. Y duele.

Y con el dolor llega la culpabilidad y piensas: Quería trabajar para sentirme mejor conmigo misma (y por tanto con ellos), quería trabajar para hacer mi contribución a la economía familiar, quería trabajar para no olvidar que soy más que una madre… Pero si ellos no son felices ¿qué sentido tiene?

Se están adaptando, ya se les pasará, me dicen, y seguramente tengan razón, pero yo no sé si a mí se me pasará este nudo. Yo no sé si me acabará afectando de alguna manera ¿y a ellos?

Desde que nacieron he estado ahí y esta (re)adaptación está siendo más complicada de lo previsto. La famosa conciliación aparece ahora con todas sus letras y comprendes que hay que planificar y organizar mucho más de lo esperado. A pesar de tener jornada intensiva el tiempo pasa volando y quieres sentarte a jugar para compensar las ausencias y quieres mantener esos ratos de pareja y quieres seguir yendo al gimnasio… Pero también hay que llenar la nevera, tender la ropa o hacer la cena. La necesidad práctica versus la necesidad afectiva.

Y en esas estamos, haciendo encaje de bolillos. Estamos desarrollando nuestras estrategias, de las que hablaré en otra ocasión, aunque lo que no nos falta es el ánimo, las ganas de que salga bien, de que la rueda vaya girando sin chirriar. Pese a ese nudo, pese a lo que duele no estar.

Contadme ahora ¿también tenéis estas sensaciones?

14 comentarios en “Duele no estar

  1. Te entiendo perfectamente, a pesar de trabajar a media jornada (que luego tampoco me queda tanto tiempo… salgo a las 12:30 de casa y llego a las 20:00 entre pitos y flautas) y tener «solo» un hijo… a veces pienso que me faltan horas al día para dedicárselas al peque. Y lo que dices tú… además intenta que no te coman las pelusas del suelo, prepara cenas, comidas, lavadoras… ufff… tranquila, le irás cogiendo el ritmo. Mucho ánimo guapa!

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  2. Yo aún no tengo hijos, pero entiendo perfectamente lo que dices. Debe ser muy doloroso ver como las personas a las que más quieres se sienten traicionados o desanimados. Es muy posible que, poco a poco, tu adaptación al trabajo te permita organizarte mejor. En cualquier caso, no debes culparte por no poder estar 24/7. Estás trabajando, mirando por el bienestar de todos. Debes llevarlo con calma y, poco a poco, todos estaréis felices de nuevo. Los cambios siempre cuestan un poco. Ánimo 🙂

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