Opositar, cuestión de actitud

ACTITUD. Sí, lo he escrito bien. En lo tocante al tema de oposiciones se oye hablar más a menudo de APTITUD, pero hay  diferencias clave por las que considero que es la primera la más importante a la hora de hacer frente a este proceso.

La aptitud es la capacidad de tenemos para realizar adecuadamente una actividad, uno puede tener aptitudes para los negocios, la enseñanza o el baile. Está muy relacionada con la inteligencia y con nuestras habilidades innatas. Por ejemplo, por mucho que lo intente dudo que pueda convertirme en una hábil futbolista, me faltan aptitudes.

La actitud por su parte es la disposición que tenemos ante una situación, esta disposición proviene básicamente de nuestra experiencia previa o de ideas preconcebidas. En el caso de una situación nueva desarrollaremos una u otra actitud. Es por tanto una conducta que se puede aprender y modificar.

¿Y por qué considero más importe la actitud que la aptitud? ¿No tendrá ventaja una persona más inteligente antes que otra menos dotada, por mucha voluntad que le ponga? Bajo mi punto de vista no.

Es cierto que a una persona con dotes memorísticas y facilidad de retentiva le puede resultar más sencillo, a priori, estudiar un temario pero, por muy bien que lo haga, si le falla la forma de enfrentarse a esa situación no obtendrá los mismos resultados que otra con la mejor de las actitudes.

¿Por qué? Pues porque la oposición requiere contar con una serie de características que no tienen tanto que ver con la capacidad mental. Veamos:

  • Paciencia. Estamos hablando de un proceso largo, en el que se pueden dar mil y una circunstancias, cambios en el temario, retraso de fechas… La actitud con la que nos enfrentemos a ello es determinante para seguir adelante sin que disminuya el esfuerzo.
  • Perseverancia. Pese al esfuerzo invertido puede que los resultados no sean los esperados, puede que no consigamos la esperada plaza a la primera, aun así, perseverancia. Se trata de mentalizarse de que es posible y mantener la motivación alta.
  • Ánimo. El ánimo alto es vital, no se puede abrir la puerta al pesimismo, al “no vale la pena”, al “no lo voy a lograr nunca”. Desterrar  estas ideas solo es posible con una actitud positiva.
  • Tranquilidad. Lo malo de las oposiciones es que te lo juegas todo a una carta, los nervios son los causantes de gran parte de fracasos opositores. No se trata de relajarse en exceso, pero no podemos dejar que todo lo que hemos trabajado desaparezca por culpa de un ataque de nervios. Por otro lado la tranquilidad a la hora de estudiar es necesaria para lograr una adecuada concentración (si quieres saber como mejorarla pincha aquí).

Lo que nos va a sacar adelante cuando nos cansemos de estudiar, cuando pensemos que estamos perdiendo el tiempo, cuando suspendamos o cuando el esfuerzo no tenga la recompensa esperada va a ser cómo nos enfrentemos a esas circunstancias, lo que nos impulsará a seguir será por tanto la ACTITUD, no nuestra memoria visual o rapidez lectora.

Como he comentado esa actitud se construye, no viene determinada de fábrica, por tanto aunque partamos de una mala experiencia o unas expectativas negativas, podremos actuar, podremos cambiar nuestra actitud y encontrar el camino.

Todo lo demás se puede trabajar. Ya hemos hablado aquí de como mejorar la concentración, también podemos aprender técnicas de estudio pero nada de esto nos servirá si la actitud no es la adecuada.

Diréis ¿cómo mantener siempre una actitud positiva, fuerte, tranquila, motivadora…? Está claro que habrá momentos de bajón, pero esto también tiene solución. Aquí veíamos qué hacer cuando no nos apetece estudiar. Incluso puede que sea necesario hacer un parón porque realmente no vemos manera de continuar.

Lo importante es no perder de vista que las oposiciones no son para los “listos”, la inteligencia por si sola no nos asegura el éxito. Los nervios, el exceso de confianza o la actitud negativa pueden hacer fracasar al más pintado.

La clave del éxito sería combinar ambas: la mejor de las actitudes con las mejores aptitudes. Pero si tuviera que decantarme por alguna preferiría mantener siempre una actitud positiva antes que estar al cien por cien de mis capacidades cognitivas. Al fin y al cabo va a ser la actitud la que nos impulsará a seguir adelante y de eso se trata. Como decía Dori de Buscando a Nemo: ¡Sigue nadando!

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Ahora decidme ¿Qué preferís vosotros actitud o aptitud?

 

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