Por qué el blog me hace 10.000 veces mejor madre

La semana pasada mi tercer hijo cumplió tres mesecitos y lo hizo con el mejor de los regalos: ¡10.000 vistas! Para unos será poco, para otros mucho, para mi es una cifra perfecta. Cuando empecé a escribir este blog lo hice porque sentí que era el momento, era una idea que me rondaba desde hace tiempo pero nunca llegaba la hora, hasta que de un día para otro llegó el nombre, como os explicaba aquí, y nació el blog. En ese momento no imaginaba todo lo que me iba a aportar.

El objetivo era simple, escribir, contar las cosas que la vida me mandaba intentando, dentro de mis posibilidades, echar una mano, pero sobretodo era una necesidad vital. La lectura y la escritura siempre han sido para mí una vía de escape en momentos de bajón, un modo de sentir que encajo con la vida y la forma en que me ganaba el pan hasta hace unos años.

Cuando nació mi hijo mayor lo primero que pensé fue empezar un cuaderno, un lugar donde contar todas mis nuevas sensaciones y experiencias, han tenido que pasar casi seis años. Y es que la necesidad de escribir la tenía cubierta redactando para otras webs. No fue hasta que pasé un año sin expresarme cuando empecé a notar que algo fallaba. La vida era monótona, los niños podían conmigo y mi vitalidad mermaba. Entonces llegó La vida manda para rescatarme.

Con la escritura vino la lectura y el descubrimiento de toda una comunidad, fabulosa. Claro que conocía páginas dedicadas a niños y educación, claro que consultaba y leía opiniones, pero hasta que no tuve el blog no fui consciente de lo grande que es este movimiento y las buenas vibraciones que transmite. Porque aunque el objetivo era escribir poco a poco me he dado cuenta de que el blog está mejorando mi relación con mis hijos (aunque también me robe parte del tiempo).

Cuando pasas tiempo sin escribir, sin leer, sin conectar con otros padres, acabas perdiendo un poco el rumbo. De pronto empiezas a escribir sobre la poca paciencia que tienes y los esfuerzos que tienes que hacer para mantenerla y te das cuenta de que ahora eres mucho más paciente que hace tres meses. Lees sobre jugar en familia y recuperas el gusto de pasar una tarde entera jugando sin pensar en la cena. Escribes sobre la necesidad de respetar a los niños y poco a poco dejas de gritarles por cosas que antes te hacían saltar.

Son tantos ejemplos… Y es que no puedes escribir sin implicarte, sin poner en práctica tus argumentos, sin refutar ideas anteriores, sin probar cosas nuevas o sin seguir leyendo y aprendiendo cada día. Por eso esta aventura es tan apasionante, tanto que ha habido momentos en los que me llegaba a absorber. Como el bebé que acaba de llegar y al principio te centras solo en él, roba tiempo hasta que aprendes a encajarlo en la familia.

La vida manda ha encajado en mi vida y espero que llegue para quedarse y que siga siendo el medio para contar. Le estoy agradecida por haberme puesto en contacto con tanta gente fantástica pero sobretodo por haberme situado de nuevo en el mapa de la maternidad, valorando aún más la relación con mis hijos y sacando nuevos matices a esta relación única. Porque el blog no lo sé, pero ellos sí que me van a durar toda la vida y son mi mayor aventura, mi mayor logro, así que hasta aquí hemos llegado que tengo que ir a jugar, mientras quieran.

Gracias por estar ahí, gracias por leerme.

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