«No quiero tu leche»

No tenía pensado escribir sobre lactancia, es un tema que dejé atrás hace un año largo pero últimamente estoy volviendo a leer mucho sobre la cuestión. Debates sobre si dar de mamar en público o no, sobre el tiempo que hay que darles a los niños, sobre sus beneficios… En medio de estas cuestiones recordé un episodio que me sucedió cuando nació mi primer hijo y que está relacionado con los bancos de leche, muy importantes por todo lo que suponen para los recién nacidos. Os cuento.

Acababa de dar a luz, todo había ido bien, tuve una buena subida de leche, el bebé se agarró y éramos felices como perdices. Estábamos en un hospital privado en plena Semana Santa, por lo que la afluencia de visitas no era mucha (afortunadamente). Había ratos en los que se escuchaba el silencio a la perfección, silencio solo interrumpido por el llanto de un bebé, desesperado. Un enfermero nos comentó que a la mamá no le subía la leche y el niño tampoco quería los sucedáneos que le ofrecían en biberón y así estaban. Qué queréis, sería por mi estado de hipersensibilidad de parturienta, el caso es que me daba una pena tremenda, así que sin pensarlo mucho me levanté y me fui renqueando al mostrador de las enfermeras para ofrecer mi leche, tal cual. Había oído algo de los bancos de leche aunque no tenía mucha idea de cómo funcionaba. Pregunté si podía donar para los bebés que necesitasen y la cara de la enfermera fue todo un poema. Me miró como si estuviera loca, es más, detecté incluso cierta mueca de asco. Respondió secamente: “NO, aquí no hay de eso” y le falto añadir “y aunque hubiera no querría tu leche”. Por lo menos así es como lo viví yo. Volví a la habitación avergonzada y pensando que había hecho una tontería.

Esto pasó hace casi seis años, en aquel momento los bancos de leche no eran una realidad tan presente como ahora y seguramente no debí ir a ofrecer mi leche así sin más, pero lo que me desconcertó fue la actitud de la enfermera ¿a qué venían esos prejuicios? No hace tanto los bebés de las clases pudientes se alimentaban con amas de cría, encargadas de criar a sus propios hijos y a un par más. Era una forma de sacar adelante a la familia, había unos requisitos, estar sana y bien alimentada, pero desde luego nadie ponía cara de asco porque al bebé lo alimentara otra que no fuera la madre, de hecho se creaba un vínculo entre esos bebés, eran “hermanos de leche”.

Hoy, gracias a esos bancos de leche, no tenemos necesidad de dejar el niño a otra madre, pero los avances en este aspecto no vienen acompañados de una actitud más abierta y libre de prejuicios hacia la lactancia materna. Todavía hay quien cuestiona a las madres que dan pecho con los motivos más inverosímiles y existen toda clase de absurdas teorías que buscan minar la confianza de una mujer que solo pretende lo mejor para su hijo, o para los hijos de los demás. Seguramente no hubiese podido dar mi leche aunque el centro estuviera preparado para ello, ya que hay que cumplir una serie de condiciones, pero no habría estado de más una actitud más comprensiva. Y como en este caso, en todos los demás. Cuando una mujer da el pecho en el autobús, cuando el pecho sigue siendo el alimento básico del bebé hasta el año o simplemente cuando la madre le da teta al bebé siempre que este la pide. No vendría mal echar la vista atrás y ver como vivían la lactancia en el siglo pasado.

La página web de la Asociación Española de Bancos de Leche Humana ofrece completa información para las que estéis interesadas en el tema.  Por ahora no se puede donar en todos los hospitales. Está presente en Madrid, Palma, Valencia, Granada, Zaragoza, Barcelona, Extremadura y Valladolid. Hace unos años solo era posible en Madrid y en Palma, así que algo hemos avanzado. De todas formas queda mucho trabajo hasta que cualquier madre, en cualquier hospital público o privado, pueda donar su leche para ayudar a otros bebés sin que la miren como si no estuviera bien.

Para completar os dejo un artículo sobre el tema, concretamente sobre el servicio del Hospital Universitari La Fe de Valencia.

Y ahora contadme ¿Sois donantes de leche? ¿Os ha pasado algo similar?

8 comentarios en “«No quiero tu leche»

  1. Me encanta este artículo. Ojala hubiera podido donar leche, pero no tenía cantidad ni para la mía. A mi no me fue bien y me da mucha envidia las que pueden disfrutar de esa experiencia, que es lo natural. Para mi fue un martirio hasta que lo dejé, eso no era tan natural.
    En el tema de la donación, tengo una amiga que es donante de leche. Todo surgió cuando al mes de nacer su hijo tuvieron que operarle (en La Fe) y ella tuvo que sacarse la leche. Le salía tal cantidad y le guardaban tantos biberones para su hijo que le preguntaron si quería donar el excedente.
    Ella ni se lo pensó. Esta leche es muy importante para los prematuros que no tienen el sistema digestivo preparado para las leches de fórmula.
    Su hijo tiene casi 16 meses y sigue tomando teta. Pero además, hace poco le preguntaron si podía volver a donar, ya que necesitaban reservas y por supuesto ha vuelto a donar.
    Yo creo que es un acto muy bonito. Por tu parte estuvo genial el ofrecimiento, veo fatal que te pusieran cara de asombro, asco o sorpresa, sobre todo viniendo de alguien que trata con recién nacidos.

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    • Gracias por recordar la importancia de la donación, como dices esa leche es muy importante para los prematuros y en los bancos de leche nunca van sobrados de reservas.
      Lo mío es una anécdota más, de todo hay en este mundo y esta experiencia me ha servido para un post 😉

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      • Yo sigo dando pecho a mi hijo y y el 13 de mayo cumplirá los 3 añitos.
        Y durante todo ese tiempo he visto cara de asco de vergüenza ajena como si estuviera haciendo algo feo, pero yo creo que es una cosa muy bonita y qué es un vínculo entre yo y mi hijo que lo fortalece a parte de todos los beneficios que le ofrece

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      • Dí que sí, estoy segura de que a tu hijo le aportas mucho más que tu leche y los que tienen un problema son todos los demás. Esperemos que las tornas cambien y se aplauda lo que ahora no se entiende.
        Gracias por tu comentario

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  2. No conocía lo de los bancos de leche, la verdad es que nunca me informé mucho de todo esto, a pesar de ser muy defensora de la lactancia materna. Sin embargo, me sorprende mucho la actitud que tomó el hospital ante la propuesta que hiciste, porque antaño había mujeres que se dedicaban a amamantar a niños a los que su madre no podía, ya sea por falta de leche o porque no sobrevivía al parto, o por cualquier otra razón. La decisión, además, creo que debía ser de la madre, y no tanto del hospital, pero bueno, me alegro que haya cambiado esa forma de ver las cosas y que se vuelva a las costumbres de antaño, las más sanas y, por supuesto, necesarias en muchos casos. Estupendo post!

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  3. Hola, Andorele:

    Me ha agradado mucho este artículo. Su anécdota refleja la persistencia en pleno siglo de XXI de graves prejuicios acerca de comportamientos básicos en nuestra biología y el papel de una madre responsable. En nuestra sociedad abundan incongruencias que se transmiten de generación en generación por la falta juicio crítico y el encegamiento moral causado por creencias religiosas o rurales. Considero muy valiosa la existencia de bancos para satisfacer las necesidades de los bebés.

    Para mí, la mayor incoherencia sobre este asunto radica en que si bien se tomaron con extrañeza su ofrecimiento honesto y voluntario para ayudar al pequeño, no hubiesen torcido el gesto al recordarles que la leche no materna procede de otro mamífero, quien, a diferencia de usted, no brinda su consentimiento para tales efectos. Somos la única especie sobre el planeta que alimenta a sus crías con las secreciones de otra especie.

    Las vacas, como otros animales no humanos, están esclavizadas. A ellas se las «fecunda» (se les introduce una mano en la vagina y otra en el recto) cada 18 meses para que continúe la producción de leche y se le retira el ternero al tercer día o cuarto día. Si es macho existe una alta posibilidad de que vaya directamente al matadero (la raza explotada para leche no es rentable para engorde) y si es hembra le espera el mismo destino que a su futura madre.

    Por mi parte, soy activista por los Derechos Animales y me dedico a difundir nociones de Derecho y Ética con el objetivo de contribuir al progreso social. Todas las injusticias se relacionan las unas con las otras, todas ellas se deben a la ruptura del principio ético de igualdad. Tanto el feminismo como el veganismo comparten la misma raíz. Si asumimos que contamos con intereses intrínsecos y que nadie debiera vulnerarlos, incurrimos en la inmoralidad al propugnar dichos actos para otros individuos por el simple hecho de que no pertenezcan a nuestra especie. El origen de estas acciones subyacen en el prejuicio moral del especismo.

    Hace tan sólo un año no habría imaginado los enormes cambios que haría en mi vida al conocer los aspectos más profundos de la explotación animal [animales no humanos]. Gracias a los textos de varios activistas (los cuales son ahora buenos amigos míos) conocí el principio ético del veganismo y me propuse estudiar por mi cuenta las bases de los Derechos Animales postuladas por el catedrático Gary Francione. Entre sus obras, una referencia fundamental es el libro “Lluvia sin truenos”.

    Me gustaría enormemente que le echara un ojo a este artículo que escribí como introducción a los Derechos Animales y a una información general elaborada por mi compañero Luis Tovar (hizo su tesis doctoral sobre la importancia del feminismo):

    http://elguardiandeloscristales.com/wordpress/el-principio-de-igualdad-para-otros-animales

    http://filosofiavegana.blogspot.com.es/p/preguntas-frecuentes_407.html

    Un saludo cordial.

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