Quiero jugar más

Los que me leéis con asiduidad sabréis de qué estoy hablando. Cuando intentaba averiguar hasta que punto habían calado los prejuicios de género en mi hijo, me sorprendió diciéndome que el papá jugaba más y la mamá hacía más cosas. Siendo sincera me dolió en el alma, no por el tema de los roles, que ya sabemos que hay mucho que mejorar, me dolió porque yo no consideraba que jugaba poco aunque su respuesta me hizo replanteármelo. De hecho no se quedó ahí, me dijo: hace un año que no juegas. Ya sabemos que el tiempo es un tanto relativo para ellos, pero si tenía esa percepción es que algo estaba pasando

Cuando nace tu primer hijo todo el tiempo es para él. Horas en la mantita, más horas con el cochecito, con las primeras construcciones, los primeros libros, los primeros juegos de mesa… El juego es la base de la relación. Entonces llega el segundo niño, el juego sigue estando presente pero un poco más repartido, ya no jugamos tanto los tres, ahora cambiamos entre papá y mamá. El bebé va creciendo y compartir juegos es complicado por tanto es necesario jugar con ellos para evitar dramas como que destroce la ciudad de clics (cosa que acaba pasando de todas maneras). Pero al final llega un punto en que los dejas solos un momento y cuando vuelves están la mar de felices en su mundo y te das cuenta de que algo ha cambiado.

Cuando llegó ese momento debo admitir que me sentí liberada. Podía sentarme a leer, estudiar, hacer una cena algo más elaborada que unas salchichas con tomate… Al principio acudía muchas veces y me seguía sentando con ellos. Pero poco a poco esos ratos se fueron espaciando. Llegaron extraescolares, el tiempo disminuyó, llegó el tercer hijo en forma de blog y el tiempo disminuyó más… Al final es cierto que, un año no, pero una semana sí que podía haber pasado sin sentarme con ellos en la alfombra.

Y remarco lo de sentarme con ellos porque hay que entender lo que jugar significa para los niños. Una cosa es compartir tiempo, tiempo de calidad como se suele decir. Nosotros leemos, hablamos mucho durante la hora de la comida, vamos al parque, les explico y les cuento muchas cosas, recogemos juntos, contamos cuentos… Pero eso no es jugar, para los niños jugar es que el adulto entre en su mundo de fantasía y sea uno más. Jugar es:

  • Escoger personaje de la guerra de las galaxias y reproducir batalla tras batalla.
  • Hacer de juez en la guerra de robots hechos con piezas de megablocks.
  • Probar la comida a base de ranas y otros elementos hecha en su cocinita.
  • Ser el paciente paciente en la consulta del médico y acabar vendada hasta arriba.
  • Hacer de alumno aplicado en el cole y seguir al pie de la letra sus instrucciones.

Muchas veces pensamos que estamos compartiendo tiempo con ellos, que les prestamos atención, que resolvemos sus dudas, que les abrazamos y cantamos lo suficiente, que en definitiva tenemos bien cubierta su parte emocional y afectiva, cuando de repente nos damos cuenta de que lo único que quieren es jugar, meternos en su mundo, ese es el tiempo que quieren compartir y que con más ganas esperan. No nos tenemos que preocupar tanto de si tendrá bastantes libros, si le hemos preguntado hoy como le ha ido en el cole, si ese juguete será adecuado para su edad… Solo tenemos que dejar el rol de adulto por un momento y formar parte de su universo.

Además de resolverles esa necesidad jugar dejándonos llevar tiene otras ventajas:

Conocemos mejor a nuestros hijos. Como ya he comentado en alguna ocasión el juego es la forma que tienen los niños de relacionarse con el mundo que les rodea y asimilar la realidad. Observar sus juegos nos da importantes pistas de cómo lleva esa relación, también podemos descubrir sus preferencias, más allá de las que resultan obvias.

Detectamos posibles problemas. Averiguar si tiene problemas en el colegio, si se lleva mal con algún compañero, si hay alguna situación que le estresa… Lo podemos hacer también con el juego. Si al jugar al cole se relaciona a gritos podemos deducir que su profe tiene una línea similar. Si dos muñecos tienen una conversación basada en el abuso de poder también nos puede indicar algo.

Podemos actuar a través del juego. E igual que detectamos podemos intervenir, decir determinadas cosas puede ser más fácil si lo hacemos a través de un muñeco, por ejemplo. También podemos hacerle entender distintas situaciones con un pequeño teatro.

Mejoramos la comunicación. Durante el juego hablamos, vale, puede que con voz de Chewbacca, pero hablamos. Las conversaciones fluyen y podemos aprovechar para preguntarle cosas y que él haga lo mismo. Es una buena forma de sentar las bases de una relación comunicativa positiva. Igual que hablamos jugando hablaremos en otras circunstancias y seguro que lo agradecemos cuando lleguen a esa edad en la que no hay manera de sacarles palabra.

Nos hace más felices. Cierto que puede ser agotador, pero un rato de juegos diario, juego libre, sin planificar, dejándonos llevar, nos devuelve a nuestra infancia. Incluso nos descubrimos contándole nuestros juegos favoritos de cuando éramos niños y esa ilusión vuelve ahora y nos hace sentir bien, ¿verdad?

Ventajas, motivos, para jugar con ellos puede haber muchos más, pero hay uno muy importante y es simple: Es ahora cuando quieren jugar contigo. Su mundo infantil acabará y su mente se llenará de otras preocupaciones muy alejadas de que el camión de las tortugas dispare bien los misiles. Así que hay que aprovechar ahora, ya sabemos lo deprisa que pasa el tiempo. ¿No parece que hace nada era un bebé regordete y risueño? Pues dentro de nada será un adolescente que lo que menos querrá en este mundo es jugar al escondite con sus padres.

Y ahora me voy, que los astronautas necesitan que comience la cuenta atrás para poder iniciar el viaje a la Luna.  Play Mode ON

 

17 comentarios en “Quiero jugar más

  1. ¡¡Me ha encantado!! Tienes toda la razón, a veces, pensando que ya se pueden entretener y jugar solos nos olvidamos de que les sigue gustando mucho más jugar con nosotros.
    Me he visto un poco reflejada y reconozco que en casa siempre tengo mil cosas que hacer y que si se entretiene sola participo menos, pero tengo que volver a las costumbres de antiguamente, cuando podíamos estar 2 horas haciendo puzles o pintando juntas.
    Gracias por espabilarme!!

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  2. A veces son los niños los que nos tienen que decir «Para el mundo que me bajo aquí».. jeje. Nos abren los ojos por algo que no nos habíamos percatado, como lo que dices aquí, que llevabas tiempo sin jugar con ellos. El tiempo es muy valioso, ellos crecen muy rápido y a veces no somos conscientes de que estamos gastando nuestras horas en cosas «menos importantes» (entre comillas porque al fin y al cabo son cosas que tenemos que hacer y sí que tienen su importancia). Con ellos volvemos a ser niños, así que lo mejor es volver a nuestro mundo de Peter Pan y soñar con ellos 😉 Un beso!

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