“Mamá, te regalo una pilila” o hablemos de personas.

Fui una de las que, como muchos otros, el pasado domingo corté por lo sano con los dibujos y puse a toda la familia a ver Salvados Machismo Mata. El programa no me decepcionó en absoluto, me pareció una forma magistral de poner encima de la mesa un problema que es el síntoma de una sociedad enferma en muchos sentidos. Pero sí que hubo algo que me rechinó y me indicó que hasta en programas de la mayor calidad se cuelan influencias muy difíciles de arrancar.

En la brutal entrevista que le hizo a la superviviente Marina una de las últimas preguntas fue: “¿Qué le dirías a los padres que sospechen que su hija puede estar siendo víctima de maltrato?”.  Sé que es un programa con tiempo limitado y que hay que priorizar pero como madre de dos hijos varones me sentí un tanto excluida y me planteé: “¿No tengo ninguna responsabilidad? ¿Puedo respirar tranquila porque tengo chicos?”. Obviamente no, mi responsabilidad es educar a mis hijos en el respeto a las mujeres, y a los hombres, y estar igualmente atenta por si ellos son víctimas de abuso por parte de mujeres, y de hombres.

Está claro que son las mujeres las que mueren, las que sufren palizas, insultos y vejaciones. Y ese es el fallo del sistema: La mujer en el centro, para bien y para mal, focalizando los problemas y las soluciones. Seguimos hablando en términos de masculino y femenino y esa conciencia cala desde que son pequeños. Me diréis que hay que solucionar el problema ahora, y por eso nos centramos en las mujeres, pero el fallo es de base. Quiero pensar que algún día podremos vernos unos a otros como personas en lugar de como hombres y mujeres. Parece casi imposible, pero hay que empezar, ir a la raíz.

No sé si os habéis fijado pero cuando los niños son pequeños, y hasta los tres años aproximadamente, no tienen conciencia clara de si son chicos o chicas. Mi pequeño, que cumplió tres hace poco, sigue preguntándome si no tengo pilila y cuando le digo que no me dice que me va a regalar una. El género es algo intercambiable para ellos, hay niños que pasan por épocas que creen ser niñas y al revés y no pasa nada. No pasa nada hasta que desembarcan en sociedad y les dicen: «tú azul, tú rosa» y punto. De esto sabe mucho y lo cuenta muy bien Alba Alonso en su web. Cuando oímos casos de niños que lo han pasado mal porque les han hecho vivir en un género que no es el suyo, decimos “¿no se podía haber evitado?”, sí, si hubiéramos dicho “hola colores” en lugar de “hola rosas, hola azules”.

Quiero insistir en que esto no es una crítica al programa, tampoco me estoy poniendo del lado del colectivo de hombres maltratados que se sintieron indignados por no ser mencionados. Solo quería resaltar que solucionar este problema implica un cambio muy profundo y que cambiar una sola frase de una pregunta, cambiar padres de hijas por padres en general, es el camino a seguir. Mi tuit esa noche fue “Empecemos por hablar de personas no de hombres y mujeres” y no me refería a la falta de presencia masculina, sino al hecho de que es un problema que se sigue viendo desde dos ópticas distintas. Es cierto que el maltratador es hombre y la víctima mujer, mayoritariamente. Pero es maltratador porque la sociedad dicta cómo tienen que ser los hombres y cómo las mujeres, porque se habla de niños y niñas, no de personas. El ejemplo más claro fue cuando los alumnos del instituto representaron a sus parejas ideales, mientras eso siga así las cosas no cambiarán y queda mucho camino.

Por mi parte insistiré las veces que haga falta con mis hijos, explicándoles que esa camisa rosa que les he comprado no es de niña, que jugar a perseguir a una niña para darle besos no es divertido, que a las niñas no se les pega, pero a los niños tampoco, que los chicos también lloran o que los cuentos no son de niños y de niñas. Ya os contaré…

Y vosotros ¿cómo os enfrentáis a los comportamientos discriminatorios de vuestros hijos?

3 comentarios en ““Mamá, te regalo una pilila” o hablemos de personas.

  1. En mi casa de momento no hay roles de niño-niña, o eso creo ahora, quitando lo relacionado con la ropa, que aún no me ha dado por comprarle faldas a mi hijo jeje.
    Yo personalmente no veo problema en hablar de niñas y niños; hay diferencias y eso es innegable y no es malo. Cosa distinta es no educar en el respeto a esas diferencias, o crear otras diferencias donde no las hay o no debería haberlas.
    Como madre de niña y niño, a la hora de educarles
    no puedo obviar esas diferencias, las que vienen de serie y las «adquiridas», aunque el fin perseguido sea el mismo en los dos. No sé si me explico.
    Encantada de «conocerte» (he llegado aquí por Twitter). Saludos

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